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La Biología del Yoga

por Miguel Tondi


 

La biología estudia todo lo relacionado con la vida y lo orgánico, incluyendo los procesos, sistemas, funciones, mecanismos u otros caracteres biológicos subyacentes a los seres vivos.

Desde este punto de vista, como organismo vivo, somos el fruto de procesos bioquímicos que se dan gracias al complejo ordenamiento de la materia, desde el átomo hasta la biosfera.

Podemos establecer así una perspectiva desde la cual abordarnos como seres humanos que existen, viven y evolucionan, sin embargo, la realidad humana con su complejidad y profundidad nos impulsa a sentirnos, observarnos y explorarnos desde otros puntos de referencia que nos permitan dar luz a los demás aspectos que van emergiendo desde lo material hacia lo espiritual, con todo lo que ello supone.


Hace miles de años, este ordenamiento de la materia “prakrti”, también fue vislumbrado como el proceso de creación y despliegue, el cual, en conjunción con la energía y consciencia que lo impulsa “purusa”, dan origen a la realidad toda…

Sin embargo ¿qué hay más allá de lo que puede aportar la evidencia? ¿Qué nos motiva a sentir algo más profundo y trascendente? ¿Cómo lo causal, lo sutil, y lo físico se integran para dar origen a la experiencia?

Las preguntas se multiplican, también las búsquedas que, entre otras motivaciones, son el alimento del cual se nutren la reflexión y el estudio de uno/a mismo/a “svadhyaya



La naturaleza humana se aparece como un devenir, un acontecer que se manifiesta desde su respiración, sus energías, pensamientos, emociones y sentimientos, su historia y memoria, las proyecciones, los estados de armonía y desarmonía… Es decir, en todo aquello que “está siendo” continuidad en el presente, transformándose y evolucionando.


Los diversos procesos de nuestra existencia se desarrollan en lo corporal, lo psíquico, lo neurológico, lo inmunológico, lo endócrino, y son muestra de las cualidades particulares de cada ser, de cada una/o conviviendo con sus comportamientos, acciones, reacciones y configuraciones en torno a la percepción del afuera y del adentro que hacen a la construcción de la “realidad”, nuestra realidad.


Todo este caudal está integrándose y entramándose para llevar adelante la experiencia de vida que somos, con sus certezas y sus misterios e incertidumbres.

Según la cosmovisión, filosofía y espiritualidad del Yoga, cada ser viviente habita un cuerpo grueso, voluminoso, tangible “sthula sharira”, el cual a través de un cuerpo sutil y penetrante “sukshma sharira” está unido al cuerpo causal, el medio más eficiente de generación, la causa suprema “karana sharira”. Estos vehículos de manifestación entran en conjunción dando lugar a los distintos campos, envolturas o capullos “koshas” del ser, a saber:


  • Annamaya: el cuerpo físico, que se nutre con el alimento.

  • Pranamaya: el cuerpo energético que anima con sus fuerzas vitales.

  • Manomaya: lo mental, perceptivo y reactivo donde acontece el pensar, donde residen las funciones de la mente en sus distintas dimensiones y profundidades.

  • Vijnanamaya: el intelecto discriminativo, responsable de alumbrar los nuevos conocimientos provenientes de la intuición y el discernimiento.

  • Anandamaya: la naturaleza esencial “svarupa”, la forma más íntima e inmensa, el fundamento original y último.

Dondequiera que haya satisfacción de la mente, uno/a debe mantener la mente allí mismo, porque dondequiera que esté la mente, está presente su naturaleza esencial de dicha suprema.

Más allá de los términos, los nombres y las formas, cada ser viviente y sintiente que somos, se está revelando a través de diversas vías de manifestación que se constituyen en una integridad que está latente en su propia causa, y latiendo en su despliegue.


En cada uno de los miembros, componentes, o atributos “angas” del Yoga, subyacen los conocimientos, recursos, herramientas y tesoros de una práctica que nutre e impregna todos los aspectos del ser, acompañándolo en su maduración.


El camino de autoconocimiento deviene así, en una evolución de la consciencia que invita al descubrimiento, a “descubrirse” y explorar, a indagar en un sentido amplio y abierto, observando la totalidad del ser como una realidad humana entera, profunda y rica, que habita un cuerpo material, íntegro, enérgico, sutil, vibrante y trascendente.


Tadā draṣṭuḥ svarūpe vasthānam
Entonces el/la que ve, permanece en su propia naturaleza



 

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